sábado, 21 de enero de 2012

Complejo de Harold


A veces me gusta imaginar que me muero. No deseo morir ni ser asesinada, pero me gusta recrear mentalmente la escena. Siempre es de dos formas: muerte por una enfermedad terrible, que me hace toser sangre día y noche o suicidio. El segundo es el que mas imagino, pero por un tema cinematografico y de guión. Alguien llega a casa y está todo oscuro, me llama y nadie responde, habre la puerta de mi pieza y estoy acostada, pareciera dormir, pero estoy mas blanca que nunca y en la mano tengo una carta. Al lado hay un par de tiras de clonazepan. La carta explica en detalles todos los motivos de mi partida, repite una y otra vez disculpas, reparte todas mis pertenencias y hace una extensa lista de las personas que NO pueden asistir ni a mi velorio ni a mi funeral. Hago mucho enfasis en esa parte de la carta y es una manera muy sofisticada de vengarme de toda la gente que me cae mal en demasía. Nunca imagino la reacción de mis padres, mis hermanos ni de mi novio, supongo que sería tan enloquecedora que no me permitiría seguir imaginando, pero si pienso en la de mis amigos, mis vecinos, mis amigas que son como hermanas, la horrible gente del colegio de monjas, los compañeros de universidad, mis primos y para finalizar, la gente que detesto. Circulan frases como:

-Le quedaba tanta vida por delante


-Se le veía tan feliz siempre


-Estaba tan llena de sueños y se fue sin cumplir ninguno (esa no la diría nadie, pero amaría si alguien lo hiciera)


-La vi hace tan poco


-¿Por qué no pidió ayuda?


-Nos va hacer tanta falta


Y los que me odian serían tan sinicos que no se atreverían siquiera a pensar en alegrarse. Llorarían, irían a la iglesia, querrían dar el pesame, pero ahí estarían mis debotos impidiendoselos y yo desde el cielo de lo mas feliz de esta ver haberlos humillado yo a ellos.
La gente valora y endiosa a sus muertos, pero en mi sueño el asunto es casi exagerado. Mi lapida dice: A nuestra amada Viviana, que vivió y murió dando amor por todos. Y me hacen varios homenajes. Tambien existe una gran cantidad de gente que me olvidará a las dos semanas, pero otros que jamás. Y a esos, desde el cielo, les cumpliría cientos de milagros, del resto, Dios y yo nos encargaremos de darles unas vidas tediosas y rutinarias.

Extrañadamente al terminar el sueño casi siempre termino llorando, pero de los masoquistas es el reino de la Tierra.

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