
Yo no sé si nació así o fue sucediendo con el tiempo. No está claro si en el vientre materno comenzaron sus primeras manifestaciones malévolas o que al mirar el mundo por primera vez R. se dio cuenta que sería más feliz siendo un niño perverso que un niño normal. Hay cosas que no puedo preguntar, porque su madre jamás va a reconocerlas y por mucho que sepa que lo que todos dicen es cierto, ella prefiere agachar la mirada y tildarnos a todos de locos. Agradezco si, que vivan muy lejos de mi casa y de que si me lo propongo pueda quizás no verlo nunca mas, pero existe un grupo de compañeros de curso, profesoras, primos, abuelas y tías que están condenados a verlo por muchos años y se que esto no va terminar bien. Lo sé de la misma manera que Rosemary supo que algo no calzaba entre esos extraños ancianos que vivían en su edificio y su nueva, y casi obsesiva generosidad, con ella y su marido.
Se que en esta historia somos pocos los que aceptamos que la personalidad de R. corresponde a una conexión con lo demoníaco más que a las características de un niño desagradable, pero vivimos en un mundo en que hablar de ello es casi asumir que te crees todo lo que muestran en el cine.
El padre de R. vive en el extranjero. Es un hombre adinerado, dueño de muchas empresas y posee acciones en una Universidad. Pasa sus vacaciones navegando o en París, y cuando el tiempo le alcanza, viene a Chile, se reúne con una que otra amistad nacional y luego vuelve a desaparecer. Mensualmente deposita excesivas cantidades de dinero en la cuenta de la madre de R. o manda suntuosos regalos europeos, pero jamás manifiesta deseo alguno por ver a R. y su madre sabe que nunca lo hará.
El padre y la madre de R. se conocieron en Chile. Fue un romance lleno de escenas cinematográficas, y por qué no decirlo, de amor. Se amaban con el fervor de sentir que cada momento era poco, y cada ausencia de él era adornada con cartas o con sobres con pasajes de avión invitándola a conocer Grecia por el fin de semana.
La historia tenía todo para terminar bien, si no fuera porque una vez, caminando cerca de los campos Elíseos el le declaró que la amaba por sobre todas las cosas, pero que sólo existía una cosa que podría matar ese amor. Ella imaginó que las infidelidades o algún síndrome propio de mujer, pero el, con un tono de voz que hacía sentir que estaba volviendo hacia él un muy mal recuerdo, dijo: Que quedaras embarazada.
Hablaron toda la tarde del tema y el le juró que no tenía nada que ver con temores a la paternidad o por miedo a que la pasión de ellos se perdiera. Es mucho más complejo que eso, manifestó. Y le repitió: Te suplico que jamás te embaraces.
Al poco tiempo ella se embarazó. Se lo explicó en un largo correo, le dijo que nadie tenía la culpa y que había sido únicamente mala suerte, pero que no quería abortar y que ella criaría al niño, pero que bajo ningún caso perdieran la vida de viajes y de emociones que habían logrado construir. Un mes después recibió respuesta de la asistente de este hombre, y le informaba que a partir del siguiente mes comenzaría a recibir una mensualidad, y que de ahora en adelante ella sería el nexo conector entre ella y su jefe.
Nunca más se volvieron a ver.
R. golpea constantemente a su abuela y al verla llorar, se ríe y le grita: ¡Sufre, sufre, sufre!. A sus 9 años ha pasado por 10 colegios y lo más probable es que vuelvan a cambiarlo. Su nivel de actividad es tan grande que ya ha probado todo tipo de medicamentos, inclusive algunos prescritos para adultos. Cuando van de visita a algún sitio escupe encima de la comida si es que no es de su agrado. Hace unos veranos fueron a mi casa en el campo y lo primero que dijo al entrar fue: Quiero irme de este campo patético,y no tenía más de 5 años. En periodo de pruebas no se da siquiera el tiempo de responder las preguntas; solo con letras grandes escribe en cada uno de los espacios: No voy a responder esta idiotez. Ha pasado por neurólogos, psicólogos, psiquiatras, terapeutas y hasta por terapias alternativas, pero lo único que han conseguido es que duerma mas. A su madre le ha destruido, literalmente, el autoestima. Se ríe del dolor ajeno, es racista, expresa constantemente como desea la tragedia en la vida de los otros, detesta a los otros niños y es capaz de llevar la mentira y la manipulación a niveles extremos. Lo único que no es horrible en R. es su rostro, ya que sin exagerar, es similar al de un ángel.
Para la Navidad pasada R. le pegó al bebé de una de sus tías. Su madre pasó la noche entera pidiendo disculpas. En el árbol habían cientos de regalos enviados desde Europa, pero ninguno tenía nombre. Su madre recibió una tarjeta que decía: Por favor inventa los regalos los compraste tu. Y esa noche R. creyó y toda su vida seguirá creyendo que su madre gana mucho dinero trabajando como profesora y que se gasta su sueldo entero en pedir juguetes que mensualmente llegan en un avión.
Verdaderamente sentí escalofríos con tu relato, amor. No me gustaría conocer a aquel pequeñuelo. Parece mucho una historia digna de ser comparada con El bebé de Rosemary o La Huérfana (si es que la niña hubiera terminado siendo niña y no una vieja chica).
ResponderEliminarAdemás está INCREIBLEMENTE bien escrito! Como te dije, me llegó a dar escalofríos! Eres la mejor escritora, mi favorita <3!!!
Te amo mi pajarito!
Revisando tu blog (que me encantó) no pude evitar detenerme ante esta historia (verídica o no).
ResponderEliminarDebo decir que me sacó el alma del cuerpo por unos segundos.
Excelente!